Arthur Rimbaud llega a Bruselas hambriento. Desea comprar un
pan y el dinero no le alcanza. Discute con el panadero quien se niega a
venderle la mitad de uno y lo echa de su establecimiento a palos.
Parece un pordiosero, tiene el pelo largo y viste con
harapos. Se acerca al puerto y decide descansar en una de las bancas donde un
parroquiano acaba de dejar un periódico. Arthur lee y descubre un anuncio. Un
barco holandés necesita personal para su infantería. La paga se da por
adelantado.
Arthur necesita el dinero. Es lo que más le urge. Está no
solo hambriento, sueña con beber una taza caliente de café. Arranca el aviso y
corre al puerto en busca del botín.
En el barco holandés se une a los postulantes que se anotan
en una lista. Arthur Rimbaud tiene 1.77 de estatura, la cara oval, los ojos
azules, la nariz ordinaria y el pelo marrón. Tras firmar un contrato por seis
años, recibe 300 florines y se le asigna el cargo de fusilero. Sabe
que si deserta pasará a ser buscado y fusilado.
Es mayo de 1876. Desde el puerto de la capital belga, el
barco holandés se dirige a Handerwijk. Arthur junto a los nuevos enrolados entrenan
25 días. En las calles del pueblo holandés recibe el desprecio de los moradores
quienes pasan cubriéndose la nariz con sus pañuelos cuando se cruzan. Los
nuevos soldados huelen mal, son fugitivos que huyen de una vida pasada
asquerosa. Rimbaud no escapa de eso, su vida ha sido un tormento y sufre de
pesadillas.
Unos meses antes, el 18 de diciembre de 1875 acaba de perder
a su hermana Vitale, quien muere de un cáncer en la pierna (Tuberculus
sinusitis es el término que usan los médicos). Como protesta por el final de su
hermana, Arthur se rapa el cabello. El poeta Paul Verlaine le ha escrito una
carta y se muestra todavía molesto. Luego del tórrido romance vivido, Verlaine estuvo
preso, pasó incluso por el vejamen médico de ser chequeado al centímetro, los
especialistas le han medido el diminuto pene y hasta el tamaño y profundidad
del ano, para lo cual se valieron hasta de globos, unas pruebas que ellos
consideran científicas.
Por su parte, Arthur había estado en Viena donde los
ladrones le han dejado desnudo, pues le han robado también los zapatos. Los
austriacos lo han deportado y lo tratan como un indeseable. Luego decide ir a
Grecia, las Cycladas para ser exacto, donde el negocio de jabones de un amigo
se va a la quiebra. Cansado y pobre vuelve sin querer a casa.
En su pesado sueño, Arthur vuelve a caminar 150 días para
poder volver a casa. Los prusianos corren tras de él, lo apresan, le bajan los
pantalones e intentan violarlo. Llama desesperadamente a su padre. Su padre es
un capitán del ejército francés, está parado ahí a su costado y no escucha, es
más, le da la espalda. No es la primera vez que lo hace, cuando Arthur tiene
seis años su padre se va y no vuelve.
-¡Papá, papá, paaaa!- grita.
-¡Oiga, deje de gritar, no deja a
dormir a la tropa!- le grita un soldado que llega a su camarote. Arthur se
despierta y está sudando. Ha sido un día agotador, él sabe que no está
preparado para ser un militar, prefiere dormir a levantarse cuando apenas
despunta el alba.
Una noche, Arthur nos sorprende en un burdel durante su último
día de franco. No sabemos sí se ha ido de putas o tan sólo visita el lugar para
beber. Ya tiene la plata del pago en adelanto que recibió en el barco y está
pronto a partir a Sumatra, aunque su intención es otra.
El 10 de junio, Rimbaud y la nueva tropa en adiestramiento parte
a Utrech. Cambian de tren dos veces y llegan al puerto de Den Helder. Abordan
el barco Prins Union Orange y enrumban hacia el sur-este. Los nuevos asimilados
franceses suman cuatro. Dos días más tarde, cuando están pasando por las costas
francesas, un soldado salta del barco y llega a huir mientras la tropa
holandesa dispara a matar. El maltrato con quienes quedan en cubierta se
incrementa y las protestas no se hacen esperar. Rimbaud está tramando el escape
desde hace mucho, pero no quiere ser presa fácil, sabe que sí lo atrapan le
darán 50 azotes y su cuerpo terminará ondeando junto a una de las velas del
barco.
El 13 de junio pasan por Gibraltar. Se ve a lo lejos la
costa portuguesa, luego Cádiz. Más tarde, los Pilares de Hércules, Nápoles. En
el canal de Suez un soldado italiano se lanza al mar. Rimbaud y sus compañeros
son confinados. El escapista es recapturado y frente a todos recibe un castigo brutal.
El 2 de julio cruzan Adén. Dejando África se encaminan al
oriente, al área actual de Indonesia. El 19 del mismo mes pasan el puerto de
Sumatra, el cabo de la Buena Esperanza y ven la cabeza de Java. El 22 de julio
los fusileros forman el primer batallón de Salatiga. El 30 de julio se mueven a
Semarang y uno de los cuatro franceses muere.
El 15 de Agosto cuando los oficiales pasan lista, Arthur
Rimbaud se ha esfumado. Deja sus prendas, incluso sus zapatos nuevos. Todo se
vende y lo obtenido se da a la caridad. Arthur Rimbaud pasa a ser un fugitivo desertor
y sabe que al regreso lo que le espera es la muerte por fusilamiento.
Con el nombre de Edwin Holmes, Rimbaud aborda el barco ‘Wandering
chief’ y vuelve a casa. En el viaje hasta Liverpool se ofrece de intérprete,
hay que recordar que el poeta sabe inglés, mucho de latín y griego, cuando era
un joven estudiante las escuelas se habían peleado para tenerlo como alumno. Vuelven
las pesadillas, está preso, los piojos lo invaden hasta las orejas. A los malvados
prusianos se suman los holandeses y es Verlaine quien lo acusa, le dispara en inglés:
bang. (Junto a Verlaine habían pasado un tiempo en Londres y fueron puliendo su
inglés dando clases a los franceses que llegaban a la capital inglesa). George
Izambard le tiende una mano que Rimbaud acepta con reticencias.
Rimbaud baja en Diappe, muy cerca a su pueblo en Charleville
y llega a pasar las fiestas de año nuevo en 1877.
Descontento una vez más, Arthur deja su casa. Desde Marsella
parte a Alejandría y luego llega a Chipre donde trabaja en una cantera, chancando
piedras. Seis meses más tarde contrae tifoidea y malaria. Y una vez más vuelve a Francia. Pero en 1880,
el poeta llega a Adén, ya ha pasado 36 meses en el agua cubriendo cerca de 50
mil kilómetros.
Pasando por Egipto, al promediar los 25 años, cansado,
maltratado, llega a Adén (Yemen). Es un día soleado, el calor es de más de 43
grados. Ahí al sur de la península arábiga, Arthur busca trabajo en Bardey. Cia
y es aceptado. Dice ser chipriota y firma
un contrato por 3 años. La compañía exporta café y Rimbaud gana 7 francos por día.
El café viene de Kaffa, una provincia de Etiopía donde para muchos está el
mejor grano de África. (Para que tengan una idea, Balzac toma de 20 a 50 tazas
de café al día).
En 1883, Arthur esta libre, habla árabe y desea huir del
calor, entonces decide ir a Harar, Etiopía (África). Crea su propia compañía y
compra el café de primera mano, pero también se interesa por el marfil, las pieles
y el oro. Se desata una epidemia de tifus en Harar, los cuerpos se tiran fuera
de los muros de la ciudad. Veinte son las personas que mueren por día, es una
pesadilla real, las hienas y los buitres se pelean los restos.
Rimbaud duerme entre los sacos de café y sueña con una
familia. Conoce a Marian, una morena del lugar con quien vive por un tiempo
hasta que se cansa y la deja. Comienza a estudiar los versos del Corán y se
interesa por la fotografía. El libro es de su padre quien convertido musulmán
se hacía llamar Abdo Rinbo Abdala Rimbaud. Sin embargo, Rimbaud no encuentra la
paz que anhela, recae con el opio y se relaja. Bebe y recurre al Drak, un licor
con 50% de alcohol que lo deja tirado en la playa durmiendo la borrachera de la
noche. Ya con Verlaine había libado absenta, un aguardiente de madera que le
producía alucinaciones tremendas. Incluso Paul borracho y alucinado rompió los
fetos de sus hermanos que su madre conservaba en unos recipientes con formol.
Buscando más acción, Rimbaud decide ir tras las anheladas
pieles de vaca y cordero hasta Boubassa. Antes de llegar a su destino cae enfermo y su
caballo lo salva de morir entre las fauces de un león, pues el felino prefiere
al equino como cena.
Para el joven poeta francés la poesía es un mal recuerdo, atrás
quedó su poemario ‘Una temporada en el infierno’. El último ejemplar que le quedaba
se lo obsequió a una mujer que lo acogió en Italia. Ahora prefiere leer mucho
de metalurgia, hidráulica, telegrafía, masonería, arquitectura y carpintería. Su
deseo de volverse rico no tiene límites y siempre está tratando de hacer el gran
negocio de su vida. Compra 2 mil 40 fusiles y 60 mil cartuchos Remington en mal
estado para venderle a Menelik II, el monarca de Etiopía. Para vender el
armamento parte del puerto de Tadjoura y se dirige a Addis Abeba. Arthur
Rimbaud abre una nueva ruta en la zona conocida como el infierno en la tierra,
en el desierto de Panakil. Cincuenta días se toma para atravesar el desierto junto
a sus socios, el capitán Labatut muere en el camino por causa de un derrame
cerebral. Cuando Rimbaud llega a Addis Abeba, el 6 de febrero de 1887, cuatro meses
después. Menelik II, quien es también un negociante astuto, le juega un engaño y
se mueve del lugar. Rimbaud va tras del monarca, pero ya la deuda que tiene lo
está por arruinar. Menelik II cree entender los líos del joven traficante y sólo
ofrece pagar el 30% del valor de la mercancía.
Poco a poco las pesadillas vuelven, Rimbaud se ve niño
subido a un árbol para ver la ejecución en guillotina del asesino en serie Jean
Baptiste Troppmann y se cae, al caer se rompe la pierna. Justo en el momento
que las fieras huyen del zoológico y corren en las calles, él no puede huir.
Rimbaud realmente comienza a sentir dolores en la pierna y piensa
que es hora de volver a casa. Se sabe de eso por las cartas que le escribe a su
madre, a quien le refiere que ‘el dolor de la rodilla derecha es espantoso y
los vendajes no ayudan en nada’. El 20 de febrero decide ir a Marsella para
tratarse del mal. Aborda el ‘Amazonas’ y navega 25 días para llegar al Hospital
de las Hermanas de la Concepción. En el barco oye comentarios del vidente de la
poesía, Rimbaud hace oídos sordos y se hunde en sus pensamientos. Vuelve a su
primer poemario, el mejor según Paul Verlaine, pero recuerda que el manuscrito
lo ha quemado Matilde en un rapto de celos. Paul le ha suplicado perdón. Los
manuscritos se han elevado al cielo. Las iluminaciones, son el colofón. Arthur
sonríe, él sólo corrige el manuscrito y lo copia. ¿Qué habrá sido del talentoso
Germain Nouveau? ¿Por dónde andará, seguirá vivo?
En Marsella algunos días después se encuentra con su madre,
han pasado 10 años desde que se vieron la última vez. Rimbaud le hace entrega
de un poder bancario por un monto de 30 mil francos (un equivalente hoy a 100
mil dólares). Ella pide que el dinero se lo transfieran a su cuenta en Francia
a donde vuelve a los pocos días, sin importarle la salud de su hijo.
El 27 de mayo, los médicos deciden amputar la pierna de
Arthur quien luego comienza a usar muletas para movilizarse. Se sabe eso por lo
que escribe ‘tengo miedo de que las personas se acerquen a mí y me tiren abajo,
podrían romperme la otra pierna’. Además, la culpa no deja en paz a Arthur
quien recuerda que junto a su hermano solían tirarles piedras a los inválidos,
ahora él cree estar recibiendo el castigo por los pecados cometidos. Es
sorprende que un poeta declarado ateo tenga ese tipo de remordimientos, pero
sorprende aún más saber que Rimbaud se vuelve católico el 20 de octubre. Antes
descubre que no ama a su madre, de quien el poeta dice que sufre de una
metástasis en el corazón. Las pesadillas se han ido, Arthur prefiere dormir. Su
verdadera pesadilla comienza cuando abre los ojos. Y para calmarse recibe
morfina.
Con la madre tirana y sin sentimientos, Rimbaud tiene muchos
problemas, el poeta amenaza con suicidarse si ella lo abandona. Para aliviar
sus dolores, Arthur es sometido a terapias de electroshock porque entonces
comenzó a circular la información médica que podía ayudar a los pacientes que
sufren de parálisis. Para entonces, el cáncer estaba extendido en gran parte del
cuerpo del poeta.
El 10 de noviembre de 1891, Arthur muere. Se traslada sus
restos a Charleville, en la región francesa de los Ardennes. Sus restos fueron
enterrados en el cementerio de su ciudad natal. La madre pagó 82 francos por el
funeral, 100 por las velas, contrató a 5 coristas que cantaron la despedida y 8
niños que atendieron el altar.
*Datos tomados de:
Rimbaud in Java, Jamie James / The double life of a rebel, Edmud White.