viernes, 22 de julio de 2016

Los niños del micro teatro barranquino.


El actor César Chirinos es un vecino preocupado, tres niñas muy fregonas, una madre despreocupada, un padre gruñón, un perro travieso y un insecto zumbón.
Él interpreta solo a todos estos personajes y lo hace para beneplácito de muchas madres que con sus hijos llegan por las tardes cada fin de semana a las funciones de micro teatro que se dan en una antigua casona acondicionada en el jirón Batallón Ayacucho, en Barranco, ahí a un costadito del Puente de los Suspiros.

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La obra que interpreta César se titula ‘Muy mosca’ y cuenta la historia de una familia disfuncional. El padre no sabe cómo criar a sus niñas que lloran, se pelean y que tratan de jalar cada una para su lado, mientras la madre egoísta está más atenta al teléfono celular y sólo busca lograr un buen selfie que desea colgar en su muro de internet. El perrito también anda muy mal criado y no sólo ladra bullicioso, pues también muerde a todo aquel que se antepone a sus caprichos caninos.

Para interpretar todos los papeles, César Chirinos tiene que saltar, tirarse al piso, sentarse en un pequeño cajón para manejar un auto, pelearse, llorar y gritar simulando en papel de cada hija, tomar fotos con la cámara de mamá y luego volar como lo haría una mosca fastidia. El padre por su parte, no sólo sufre al no encontrar la llave del auto, mientras transita desea la pista libre sólo para él y pelea con todos los choferes imaginarios que se le cruzan en el camino y no le permiten avanzar.

El actor es un mimo pero no necesita del maquillaje blanco en la cara con el que solemos imaginar a quienes hacen el papel teatral. Viste sí pantalones holgados de payaso y actúa en un pequeño escenario que sólo tiene un biombo que simula ser la carretera por donde transita llevando a su familia de paseo. A la escenografía sencilla, se suma una caja cuadrada que hace las veces de asiento, interior de un carro o un lugar a donde la mosca vuela para tramar como seguir molestando y escapar al manotazo que busca aplastarla.

Los chicos que llegan a la pequeña sala se acomodan en algunos cojines tirados en el piso y de inmediato captan la idea del hombre de tablas haciendo los múltiples papeles. Las niñas se muerden las uñas, se miran entre ellas y sonríen con cada personaje cuando se reconocen en más de una situación. Todos en la salita se ven atentos ante las sutiles sugerencias del actor y en cuanto se les pide su participación no dudan en hacerlo, más aun teniendo a sus padres animándolos desde los asientos de la parte posterior.

En el escenario el padre actor trata de encontrar la mejor forma de calmar el mal genio de sus hijas y aburrido encuentra en la travesura desmedida la posibilidad de lograr una paz anhelada. Así que de pronto sugiere jugar a tirar la basura que halla a su alcance y lo hace sin medir las consecuencias. Ahí el actor encuentra una forma muy sutil de interactuar con los presentes en la función. Les tira la basura y ellos responden, hasta que de pronto se les sugiere la gran idea de que es mejor no ensuciar. Marbe Marticorena, la directora, dice que no es papel del artista hacer de padre, pero si fomentar algún tipo de reflexión familiar.

Cuando la función acaba, el actor se regocija al escuchar cómo se da el anhelado diálogo de padres e hijos y el esperado consejo: ‘No hay que ensuciar’.

César termina algo cansado y transpira tras los 15 minutos que dura la función, se cumple así con el formato del micro teatro. Recuerda que este tipo de función comenzó en España, el 2009. En aquella oportunidad, el cineasta Miguel Alcantud logró juntar a muchos creadores para hacer una pequeña obra de teatro de muy corta duración, usando un cuarto de 15 metros cuadrados donde ingresan sólo 15 espectadoras.  El éxito español se extendió por el mundo entero y también llegó a Lima.

Los fines de semana deben ser días de micro teatro y en Barranco no sólo se exhibe ‘Muy Mosca’, la familia tiene la posibilidad de disfrutar también de otras obras tituladas: Shiribabá, El aprendiz de mago, En un millón, Lope en el desierto de las letras muertas, Turquito y el altillo misterioso. Son quince minutos donde los actores se dan íntegros para complacer a tan selecta audiencia. César Chirinos lo sabe, lleva haciendo papeles para niños desde el 2001 y tras cada oportunidad él sabe que seguirá creciendo porque no es nada fácil encontrar la mejor forma para comunicar las ideas que satisfagan y beneficien a todos. Tras sus quince minutos, descansa 5 para dar comienzo de nuevo a la próxima función que sin duda ofrecerá otras emociones.