El actor César Chirinos es un vecino
preocupado, tres niñas muy fregonas, una madre despreocupada, un padre gruñón,
un perro travieso y un insecto zumbón.
Él interpreta solo a todos estos personajes y
lo hace para beneplácito de muchas madres que con sus hijos llegan por las
tardes cada fin de semana a las funciones de micro teatro que se dan en una
antigua casona acondicionada en el
jirón Batallón Ayacucho, en Barranco, ahí a un costadito del Puente de los Suspiros.
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La obra que interpreta
César se titula ‘Muy mosca’ y cuenta la historia de una familia disfuncional.
El padre no sabe cómo criar a sus niñas que lloran, se pelean y que tratan de
jalar cada una para su lado, mientras la madre egoísta está más atenta al
teléfono celular y sólo busca lograr un buen selfie que desea colgar en su muro
de internet. El perrito también anda muy mal criado y no sólo ladra bullicioso,
pues también muerde a todo aquel que se antepone a sus caprichos caninos.
Para interpretar todos
los papeles, César Chirinos tiene que saltar, tirarse al piso, sentarse en un
pequeño cajón para manejar un auto, pelearse, llorar y gritar simulando en
papel de cada hija, tomar fotos con la cámara de mamá y luego volar como lo
haría una mosca fastidia. El padre por su parte, no sólo sufre al no encontrar
la llave del auto, mientras transita desea la pista libre sólo para él y pelea
con todos los choferes imaginarios que se le cruzan en el camino y no le
permiten avanzar.
El actor es un mimo
pero no necesita del maquillaje blanco en la cara con el que solemos imaginar a
quienes hacen el papel teatral. Viste sí pantalones holgados de payaso y actúa
en un pequeño escenario que sólo tiene un biombo que simula ser la carretera por
donde transita llevando a su familia de paseo. A la escenografía sencilla, se
suma una caja cuadrada que hace las veces de asiento, interior de un carro o un
lugar a donde la mosca vuela para tramar como seguir molestando y escapar al
manotazo que busca aplastarla.
Los chicos que llegan
a la pequeña sala se acomodan en algunos cojines tirados en el piso y de
inmediato captan la idea del hombre de tablas haciendo los múltiples papeles. Las
niñas se muerden las uñas, se miran entre ellas y sonríen con cada personaje
cuando se reconocen en más de una situación. Todos en la salita se ven atentos
ante las sutiles sugerencias del actor y en cuanto se les pide su participación
no dudan en hacerlo, más aun teniendo a sus padres animándolos desde los
asientos de la parte posterior.
En el escenario el
padre actor trata de encontrar la mejor forma de calmar el mal genio de sus
hijas y aburrido encuentra en la travesura desmedida la posibilidad de lograr
una paz anhelada. Así que de pronto sugiere jugar a tirar la basura que halla a
su alcance y lo hace sin medir las consecuencias. Ahí el actor encuentra una
forma muy sutil de interactuar con los presentes en la función. Les tira la
basura y ellos responden, hasta que de pronto se les sugiere la gran idea de
que es mejor no ensuciar. Marbe Marticorena, la directora, dice que no es papel
del artista hacer de padre, pero si fomentar algún tipo de reflexión familiar.
Cuando la función acaba,
el actor se regocija al escuchar cómo se da el anhelado diálogo de padres e
hijos y el esperado consejo: ‘No hay que ensuciar’.
César termina algo
cansado y transpira tras los 15 minutos que dura la función, se cumple así con
el formato del micro teatro. Recuerda que este tipo de función comenzó en
España, el 2009. En aquella oportunidad, el cineasta Miguel Alcantud logró
juntar a muchos creadores para hacer una pequeña obra de teatro de muy corta
duración, usando un cuarto de 15 metros cuadrados donde ingresan sólo 15
espectadoras. El éxito español se
extendió por el mundo entero y también llegó a Lima.
Los fines de semana
deben ser días de micro teatro y en Barranco no sólo se exhibe ‘Muy Mosca’, la
familia tiene la posibilidad de disfrutar también de otras obras tituladas:
Shiribabá, El aprendiz de mago, En un millón, Lope en el desierto de las letras
muertas, Turquito y el altillo misterioso. Son quince minutos donde los actores
se dan íntegros para complacer a tan selecta audiencia. César Chirinos lo sabe,
lleva haciendo papeles para niños desde el 2001 y tras cada oportunidad él sabe
que seguirá creciendo porque no es nada fácil encontrar la mejor forma para
comunicar las ideas que satisfagan y beneficien a todos. Tras sus quince
minutos, descansa 5 para dar comienzo de nuevo a la próxima función que sin
duda ofrecerá otras emociones.