lunes, 1 de agosto de 2016

Anton Chejov y el amor.

En mi larga lista de buenos cuentistas que leo y releo está el ruso Anton Chejov ocupando el primer lugar. No creo haber leído todos sus relatos, pero si he leído los mejores. Tengo además una lista de buenos relatos que aconsejo leer hasta el hartazgo y en ese grupo están los del también médico ruso.

Si alguien me pide un relato para aprender los trucos de cómo escribir un cuento, les recomiendo leer ‘Una noche de espanto’. Es una historia de suspenso, esta tan bien estructurada y tiene un desenlace muy gracioso. Lo recordarán si les doy una pista: alguien ha ido regando ataúdes en las casas de los protagonistas del relato por una razón valedera. Los jóvenes se asustan porque al estar reunidos antes estaban hablando de asuntos paranormales y escalofriantes.

La historia narrada en ‘Sueño’ es una de mis favoritas. En realidad es un cuento cruel. Siempre hay que tener cuidado con el trato a los niños, porque al estar aprendiendo, ellos pueden aprender al revés ¿Recuerdan la historia? Se trata de una pequeña criada que está a cargo del cuidado de un bebé. Sus amos no la dejan descansar y la maltratan para hacer que cumpla con su tarea. Al no poder descansar por culpa del niño que llora y llora, ella decide callarlo para siempre. Es un relato que bien puede etiquetarse con la palabra ‘desamor’.

Nosotros debemos enseñar a los niños la mejor forma de expresar amor, dándoles precisamente eso. Y es del amor de lo que Chejov nos habla en la gran mayoría de sus mejores relatos. El ruso siempre trataba de responder su pregunta constante ¿Qué es el amor? Y para hacerlo se ubicaba en diversas esquinas desde donde observaba y construía sus historias.

Veamos algunos relatos.

‘En una bromita’, Chejov habla del amor como una necesidad de cobijo. No germina porque nace de la broma, de agarrarse las manos para evitar el frio hiriente del invierno con nieve.

En ‘Una boda por interés’, el amor no se consolida porque tiene un componente que la afea.

En ‘Una naturaleza enigmática’, una mujer habla del amor que pierde por culpa del sonido que hacen las monedas en los bolsillos de los ricos. Es una mujer encantadora que se pierde por el dinero.

En ‘Zinochka’, el amor nace desde la maldad de un niño hacia su tutora. La irresponsabilidad infantil desenmascara al amor y éste se fortalece.

El amor es también una rebeldía. Chejov habla de esto en su relato titulado, ‘Vecinos’. Una joven decide abandonar su casa, a su madre y a su familia por ir detrás de un hombre divorciado. La valentía de su hermana desarma al hermano que obedeciendo el pedido de la madre va tras la huida con el propósito fallido de traerla de regreso.

El amor es una maldad cuando se la embarra con astucia. En ‘La corista’, una joven amante debe aceptar las exigencias de una esposa que al mostrarse falsamente herida busca todos los bienes materiales de la adúltera para sentirse resarcida. Por su parte el marido calla y espera porque es también cómplice del engaño.

El amor se apaga por vejez y cansancio es lo que parece decir Chejov en el relato ‘La mujer del boticario’. El amor yace en una cama, apagado. El marido ronca mientras la mujer espera. Tocan a la puerta y son algunos oficiales que están rebozando de energía.

El amor no se da por la inmadurez de una o ambas partes nos dice el escritor en el cuento titulado ‘Ionich’. Dos jóvenes que se atraen dejan pasar el amor por culpa de algunos intereses subalternos. La joven desea ser pianista sin tener el talento necesario y el médico se descubre glotón y angurriento de bienes y de dinero.

El amor florece cuando es verdadero y Chejov lo prueba en el relato ‘Mujer sin prejuicios’. Ese amor enfrenta chantajes y se consolida y hace fuerte al reconocer en el otro todas las cualidades, dejando de lado aquello que para muchos puede ser una mancha.

El amor es fiel dice Chejov y para probarlo nos sumerge en sus historias con animales. Un perro de una familia pobre, vive hambriento y debe soportar el castigo de su amo. Hasta que se pierde. Al perderse llega a un lugar donde recibe buena comida, buen trato y llega a ser aplaudido en el circo por sus habilidades aprendidas. Pero el canino sucumbe ante el silbido de sus antiguos amos que lo sacan de su opulencia para llevarlo de nuevo a pasar necesidades. Este relato se titula ‘Kashtanka’.

En el relato ‘La cigarra’ se juntan en matrimonio dos personajes muy opuestos. Por un lado está el médico bondadoso y por el otro una mujer confundida que está más compenetrada con el arte y los artistas. Precisamente se enamora del artista que la maltrata y humilla y deja que su marido muera de dolor y soledad. El amor jamás es de uno. Nos dice el autor ruso.

El amor también se da en silencio y por largo tiempo, el escritor ruso lo prueba en el relato titulado ‘Sobre el amor’. Dos almas se saben unidas en un amor verdadero, pero deben optar por no dejarlo germinar para no dañar a terceros, ella a su esposo y él a su amigo.

En el relato titulado ‘Tristeza’, Chejov nos cuenta la historia de un padre cochero huérfano de hijos, quien va tratando de contar sus penas a los clientes que requieren sus servicios, pero la gente anda tan alejada de los demás que al pobre hombre sólo le queda el caballo con quien desahogar sus penas. El amor es doloroso cuando está solo.

‘Enemigos’ es otro de mis relatos preferidos. Un médico acaba de perder a su hijo, de pronto un marido le toca la puerta y le ruega atender a su esposa desfallecida. Ambos discuten hasta que el esposo convence al doctor. Las circunstancias no pueden ser más adversas aquella noche, cae mucha nieve. Al llegar a casa, el marido descubre que ha sido burlado y que la mujer ha huido con el amante. Ese hombre amoroso se descubre como un granuja. Lo que aquí Chejov prueba es que el amor es obsesivo y egoísta. El amor al prójimo es de doble filo, dice uno de los personajes de esta historia.

Y llegamos al famoso relato titulado ‘La dama del perrito’ que cuenta cómo el amor se va desvaneciendo en el matrimonio y que debe pasar por una serie de caminos, raros quizás, para lograr germinar en el adulterio mutuo y al ocaso de la vida.