martes, 15 de diciembre de 2015

Dos besos (mi aproximación al film)


Este análisis lo escribí después de ver la película ‘Dos besos’ en el Festival de cine de Lima. Lo di por perdido, pero entre los papeles de notas lo acabo de encontrar. Me sirvió para rememorar la historia y aquí la tienen para compartirla con ustedes.

La última película de Francisco Lombardi aborda el tema del problema existencial. Tres seres humanos empujados por el vacío que experimentan en sus vidas se lanzan a buscar respuestas lejos de su esencia. La fuerte energía que tiene el deseo se confunde con el amor. Y el egoísmo es evidente. Los seres lloran y sufren cuando ven que eso que se llama ‘zona de confort’, ‘no haces lo que yo quiero’ se tambalea. Al final, el hueco de nuestra existencia prefiere dar la espalda a un problema que se necesita enfrentar con valentía. Quienes sobreviven en ese universo prefieren el cínico hecho de olvidar para seguir rodando sin sustento por la vida. Pero ¿qué es realmente la vida?

La película de Francisco Lombardi quedará en el inconsciente colectivo por tres razones, por ofrecer pistas falsas a lo largo de la historia, por dos besos que de tan deseosos quedan huecos y por una escena contundente y bien lograda, cuando para sacar a uno de los personajes molestosos del triángulo amoroso, se opta por un golpe con chasis y fierros.

Me explico un poco. Comienzo por las falsas pistas. Los primeros quince minutos de la película uno se reacomoda intranquilo, la historia sugiere un triángulo amoroso de folletín llevado por los productores de televisión sin escrúpulos que ven en el drama ajeno algo muy sustancioso para explotar y hacer rating. Pero pronto nos damos cuenta que la historia no irá por ahí. El desarrollo de la trama nos lleva a conocer una historia cada vez más intrigante que te reacomoda en el asiento. Y uno lo hace con ganas (hablo del reacomodo). Hay tantas pistas falsas como el de dejar un celular en uno de los ambientes donde se realiza la historia para hacer pensar al espectador que por ahí vendrá algún desenlace. Una de las mujeres del universo narrado por Lombardi sugiere ser un alma enfrentada sola en el mundo donde debe defenderse de los lobos, cuando simulando a caperucita, de pronto aparece no con una capucha, sino con una peluca, para destilar por la boca, no un berrido de cordero, sino una amenaza de fiera.

Los seres humanos confundidos, creyendo ver en el ser tierno la posibilidad de darle un sentido a la vida insulsa que llevan, deciden caer en el arrebato de la pasión y lanzar besos como dardos huecos, insustanciales. Muy lleno de deseo y locura uno, frente al otro insulso y rechazado.

La historia es muy peruana, a mi modo de ver. Por un lado está la clase media que en el confort de lo material y el ingreso seguro cada fin de mes, cree gozar de un status superior frente al otro emergente. Resulta sugerente que ante la chica provinciana joven que busca abrirse un camino, se coloque a dos profesionales ‘blancos’ que gozan de algunas comodidades que les hace sentirse superiores. Pero la película nos muestra que todo eso que te hace pisar algodones es tan etéreo cuando se enfrenta a realidades concretas: el sentido correcto de ser feliz. La anhelada felicidad se evapora por nuestros propios actos, empujados también por la necesidad de sentir. La humanidad se desespera y busca, pero busca mal. Y surge una pregunta adicional ¿Qué es buscar bien?

La película está dividida en tres actos, los mismos que se cuentan desde los tres diversos puntos de cada uno de los personajes involucrados en el triángulo amoroso. Primero vemos a Paola desenvolviéndose en sus qué haceres de productora de televisión que de pronto descubre la infelidad de su marido. Luego aparece Max, un poeta que ha devenido en profesor universitario. Goza de su trabajo, pero ha dejado de sentir esa dulce efervescencia de vivir porque al parecer ya no tiene los retos, ni siquiera se alegra cuando es promovido. Y esta también Nancy, la bella provinciana joven que lucha como puede. ‘Es un culito tierno que aloca a cualquier viejo’, como dice uno de los personajes en uno de los diálogos de la película. Bueno, la chica huérfana viene huyendo de las garras de un tío sibarita, que desea nutrirse con carne joven, llega a Lima y busca ser actriz, mientras trabaja en librerías, asiste independientemente a clases de literatura y hace trabajos en un pequeño teatro interpretando a Chejov.

Este también es un logro de la película, meter los diálogos de Chejov e hilvanarlos muy bien con los diálogos que se necesitan en la historia. No se ahonda en el drama pasado de Nancy, pero se deja establecido qué le pudo haber ocurrido. La vida que le ha tocado vivir en el pasado no ha sido fácil. Y por ende, la vida presente también será difícil (¿Eso es también una constante en la vida real? Me pregunto. ¿Hay alguna manera de salir de ese carrusel cuando el pasado nos marca? Continúo pensando). En el pasado hay un tío, en el presente hay una tía.

En este mundo sobreviven quienes pueden o quienes al final prefieren voltear la cara ante los hechos duros. Seguir engañándose y gozar del pasajero y engañoso confort de ir a Miami y gozar con lo que ofrece Disney. Y aquí el drama peruano se vuelve universal. Es mejor dar la vuelta a la página que hacer algo para reescribirla. 

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