viernes, 22 de enero de 2016

Patricia Barreto, actriz, guerrera del teatro.

Patricia Barreto es muy disciplinada, ella dice tener una formación intuitiva. Si bien es cierto aún no ha terminado, siente que esta ‘under construction.’ Después de estar en la piel de Piaf, todos deseaban saber cómo terminó. Con su gran actuación sorprendió a muchos, pero para ser Piaf, la actriz investigó como un médico lo hace con las patologías y no necesitó de adicciones para sentir y construir su personaje. Hoy da gusto oírla aconsejando a sus futuros colegas que trabajen mucho la actuación y también refuercen el lado emocional para poder enfrentar sin problemas a seres rotos e irresueltos. Todos tenemos líos, pero nosotros somos comunicadores de servicios comunitarios, guerreros del arte’ –precisa-. ‘Para mí el teatro es servir, quiero ayudar a cambiar y transformar la vida’.



Patricia Barreto, la actriz que interpreta a la pequeña gorrión francesa en la obra ‘Piaf’, está de vuelta en nuestro país luego de pasar unos días en Nueva York divirtiéndose en la gran manzana y llenándose de teatro en Broadway. Y para comenzar como se debe, ya está ensayando su papel para meterse en la piel de la cantante gala, sacarle su mejor voz y quizás alguna olvidada confesión.

La actriz tuvo un 2015 espectacular. Su interpretación de Piaf fue reconocido no sólo en el Perú, desde Londres le envió felicitaciones su colega argentina Elena Roger, nada menos que la ganadora de los premios Lawrence Oliver, en Gran Bretaña. El reel de la obra está en Chile, México y Nueva York y si los productores se deciden, nuestra representante irá a trabajar en otras tablas.

Roger le decía que disfrutara Piaf y eso es lo que Patricia hizo. ¿Cómo alguien puede disfrutar a Piaf? Patricia sonríe, se suelta la colita y su cabello se torna abundante y esponjoso. ‘La francesa Edith Piaf era un ser completamente apasionado, que se entregaba a la vida y al amor de manera autentica, la puedes juzgar amoral, pero ella era así por el tipo de carencias de valores que tuvo en su niñez’, comenta.

Primero, humor.

Patricia tiene 28 años. Es Aries. Cuando era una adolescente de un colegio católico, su padre la matriculó en la escuela de pataclaun y comenzó a hacer humor. Más tarde, cuando egresó del Belén, viendo ‘Sin título’, una obra de Yuyachkani, se convenció que deseaba ser actriz. Se matriculó en la escuela de Joaquín Vargas, sin saber que después la convocaría para hacer Piaf. Estuvo en Buenos Aires dos años perfeccionándose en actuación y estudiando además máscaras balinesas, circo y cine.

Volvió y comenzó con ‘Nuestra señora de las nubes’. Ella recuerda que el teatro racional era muy chiquito, apenas entraban 25 personas, pero al lugar llegó gente involucrada en el teatro que después le dio trabajo. Empezó haciendo el papel de un niño de 8 años con una discapacidad física, apenas hablaba, dice tratando de mover los labios. Pero era divino, muchos aún lo recuerdan con cariño, dice Patricia.

A lo largo de su carrera, la actriz hizo alrededor de veinte personajes. Por su tamaño -ella es delgadita y mide alrededor de 1.60- hizo papeles de adolescentes, de varones, de seres asexuados y con Piaf de mujer adulta. Hoy es consciente que hay un antes y un después de Piaf.

Creando un personaje.

Cuando es convocada para hacer Piaf, coincide el anhelo del director y el deseo que tiene ella de asumir la responsabilidad de nuevos retos. La pequeña quería ser grande y con derecho. Era la oportunidad de hacer la interpretación de un icono galo de la música mundial. Incluso había que cantar en francés. Así que Patricia aprendió un repertorio de veinte canciones, se puso a leer, investigar y viajó a París para obtener datos de primera mano. Patricia descubre que Piaf era diferente en el escenario. La cantante tiene algo inventado, contribuye en eso Jean Cocteau quien pide a Edith que use su propio drama para crear la empatía que necesita con el público. Ella sufre interpretando sus canciones.

Patricia necesitó un año de preparación para lograr armar su personaje. Vuelve a Lima con maletas de libros y vídeos que sobrepasan el peso exigido en un avión y junto a su maestra comienza a trabajar el lenguaje corporal de Piaf. Apelan a Carl Jung para explicar cuál es la razón de la artrosis que padece Edith. Una mujer sola, abandonada, sin cariño, lo que necesitaba era atención, pero no la atención del aplauso, la atención de un cariño sincero.

Enamorada del personaje y confiada, la actriz se enfrenta a la realidad y como ha dado todo sin importarle nada, triunfa. ‘No pensé en el después de Piaf. Cuando hice Piaf sentí que mi tiempo, mi cuerpo, mi todo era para ella. Ella me dio la libertad para pensar que si se acaba el mundo, para mí era suficiente. No tenía nada que perder y cuando no tienes nada que perder entregas todo’. Se descubrió cantante y… en francés. Y cuando terminó su actuación, el público la aplaudió de pie. 
  

                    
Apunte # 1
Al ver a Piaf el público piensa: ¿cómo es posible que esta mujer que me rompe el alma genere también tanto rechazo en mi ser?. Es que en ella hay un personaje muy bien elaborado para crear esos sentimientos, dice Patricia.


Apunte # 2
Nunca juzgues a un personaje. Juzgando a Piaf nunca hubiese podido interpretarla. Y lo que sé de la actuación es que nunca debo retractarme de mis acciones en el escenario, debo justificarme siempre, eso sí. Además debo mantener mi decisión hasta morir o hasta que me maten en la obra. Si estas presente y escuchando, el otro te facilita el trabajo, es tu propio motor. No hay pie, ni línea a seguir. En el presente ocurre la acción.



MEDITACIÓN PERSONAL.

¿Por qué Piaf? Fue mi pregunta al momento de iniciar mi meditación.
Todos tenemos mucho de Piaf. Por ratos sentimos que caemos en un pozo oscuro, desearíamos ver que hay en el fondo, hacer lo que se nos viene en gana, pero tenemos parámetros que nos frenan. Los valores humanos, la educación en casa, nuestras creencias religiosas, la sociedad de dónde venimos, nos fijan los límites. Si nos lanzamos a lo feo sin medir las consecuencias, sabemos que podemos terminar mal. Piaf podría ser un ejemplo de eso.

La mente es frágil. La mente no computa fácilmente lo bueno, siempre tiende a irse hacia lo negativo. Es difícil para la mente encontrar la paz, el verdadero amor, la paciencia, el perdón. Siempre nos atrae lo malo. Nuestra mente no está entrenada para estar en calma y es difícil de contentar. Es más fácil dejarnos llevar por el sufrimiento y la pena inventada. Piaf le puso el acelerador a muchos de las cosas feas y cayó. Pero no sólo miremos el caso Piaf, sin ir muy lejos, observemos lo nuestro con detenimiento: nos encanta ir probando y probando. La culpa, la avaricia, el deseo extremo, la envidia, el odio están a flor de piel y se exacerban por ratos sin control. Es como un caballo brioso y desbocado. Olas que generan un maremoto en nuestro interior.



No hay comentarios:

Publicar un comentario