martes, 29 de diciembre de 2015

Jorge Ninapayta y el arte verdadero del cuento.


Me encanta que alguien me cuente su vida o la vida de sus amigos. En los relatos que escucho algunas veces vislumbro la posibilidad de un cuento, en otros sencillamente no encuentro nada, me hacen reír, me parecen sorprendentes, pero no llegan a tocar mi fibra íntima. No cuajan en mi mente, por decirlo de algún modo, pero cuando se da la conexión, corro a escribir ¿Cómo ocurre eso? No lo sé, es un misterio.

Algunas veces soy el que cuenta las historias porque para mí no significan nada más que ocurrencias graciosas o increíbles. Sin embargo, en la vida me he dado con sorpresas. Déjenme narrarles un hecho que para mí es digno de enmarcar.

El escritor peruano Jorge Ninapayta de la Rosa dejó una obra póstuma titulada “El arte verdadero y otros cuentos”. En el libro de seis relatos, hay uno que se titula ‘Hechicera’ que para mi sorpresa cuenta algo de lo que alguna vez le conté a Koki. La historia le cayó redonda. Claro que él con el talento y la genialidad que tenía hizo de la historia un cuento de antología. (Siento que su influencia es grande, me estoy pareciendo a uno de sus personajes, a ese corrector de estilo que cree haber contribuido con el éxito de ‘Cien años de Soledad’ por haberle puesto una coma a la obra en galeras). Léase el cuento, ‘García Márquez y yo’, cuento escrito por Jorge Ninapayta que ganó el concurso de la revista Caretas 1994 y entenderán mejor lo que escribo.

Koki ganó también el cuento internacional Juan Rulfo 1998 con su memorable relato ‘Muñequita linda’. Les recuerdo esto para que entiendan cómo las historias que narran los amigos cuajan cuando encuentran la tierra fecunda donde germinar. En el relato ganador en tierra gala, Ninapayta narra el amor de cuatro viejos por una muñeca inflable. Koki lo tenía claro, en el pantano también puede aparecer una flor. Era su premisa.

De la anécdota al cuento.

Coincidimos con Jorge Ninapayta en los Estados Unidos cuando él enseñaba Literatura en la universidad de Nueva York. Los sábados él me enseñó a moverme en esa telaraña de trenes que tiene Manhattan, íbamos a almorzar a algún restaurante (Koki era de buen diente) y tuvimos la suerte de estar en charlas con Eco, Rushdie, Auster, entre otros). Mientras vagábamos por la ciudad, yo le contaba mis experiencias de juventud.


Cuando tenía 20 años un paisano selvático y compañero universitario se casó y la fiesta después de la ceremonia nupcial fue en la casa de la novia. Allá fuimos. Entonces me acompañó otro paisano. Los dos charapitas íbamos decididos a arrasar con cualquier fémina que nos saliera al paso. Entonces andábamos cargados con las hormonas de vigor y podíamos hacerle hueco a las paredes. Nuestro buen amigo recién casado estuvo ocupado con el baile, las fotos y los brindis y nosotros andábamos chequeando donde podíamos aterrizar al terminar la fiesta. Nos envalentonamos con algunas cervezas hasta que apareció la mujer de nuestros deseos. Andaba por los cuarenta. Senos centinelas, caderas de fuego y maquillaje de aviso comercial. Pestañas larguísimas, labios color sangre y un lunar coquetón en la mejilla. Allá apunte mi cañón de artillería. Si la guerra se declaraba intensa, estaba preparado. La saqué a bailar, intenté pegarme y ella aceptó delicada, charlamos brevemente ‘¿dónde vives, con quien has venido?’ y quedamos en seguir disfrutando la fiesta. En la siguiente pieza musical, mi amigo y paisano fue al ataque, la misma estrategia de adolescente. El baile y la alegría se incrementaron y la dama se convirtió en la más asediada. Mi amigo logró bailar un par de piezas más y cuando se acercaba me sonreía complacido. Mis celos se confundían con las cervezas y volví a la carga. Fui rechazado, con el argumento de ‘la siguiente querido, estoy cansada’. Caray,  me sentí perdiendo el combate. Pero había licor para calmar mi ansia. Créanme que no pude bailar más con la dama y me sentí derrotado. Mi amigo logró por lo menos un baile adicional y con su sonrisa me decía te ‘voy ganando’. De pronto, eran las 3 a.m. y la dama se batía en retirada, sabíamos que vivía en Magdalena y hacia allá íbamos. En Waterloo ganaría. Nos invitó porque tenía espacio en su carro. Qué se creen, tenía chofer. Un viejo se sentó al volante y ella al costado, mi amigo y yo nos trepamos en el asiento posterior. Al despedirnos, hice mi último intento y nada, me despidieron con un beso amigable. Mi amigo se acercó y recibió un buen beso en la boca. Caray, yo lo quería aplastar. Nos despedimos y a los 15 días, cuando el paisano regresó de su viaje de luna de miel y nos ubicó en la universidad, preguntó sonriente. Y cuéntenme, ¿quién se levantó a la Georgette? Resultó que la dama en cuestión era bailarina de una de esos salones nocturnos del centro de Lima. Muchos se habían confundido con ella por sus rasgos finos y su cuerpo escultural, pero en realidad ella era él. Mi orgullo herido atacó: ‘a este compadre le dio de besos en la boca, a mí felizmente un besito en la mejilla’. Entonces, mi buen amigo retrucó, señalando que yo mentía, que las cosas habían ocurrido al revés. Koki reía con la historia. Te imaginas ¿qué hubiese ocurrido con la cita sí se hubiese llegado a dar? La mujer quitándose las pestañas postizas, los senos de fantasía y el trasero de algodón. Cualquiera de nosotros tratando de encontrar la puerta de salida para huir tras el chasco. Koki era serio, pero se carcajeaba con la historia.

Lo cierto es que Ninapayta comenzó a darle vuelta y a armar su propia historia. Y luego la escribió. Sin querer le puse combustible para que ponga a andar su maquinaria. Aquí están las dos versiones. Lo de él es arte, lo mío es chisme.

http://www.nyu.edu/pubs/imanhattan/pdfs/jorge-ninapayta.pdf

Este es el link, pero les aseguro que si compran el libro póstumo de Jorge Ninapayta de la Rosa tendrán más, podrán entender como una anécdota se vuelve cuento genial.

A manera de colofón.

No sé si Koki preparó el orden en el que debían aparecer los relatos de su libro. Salvo en el primero, los cuentos están llenos de buen humor. Me da gusto verlo escribiendo y gozando con lo que hizo. Incluso hace una crítica social muy sutil: el peruano no cree en lo suyo, así que las autoridades contratan a un galo para que venga a rehacer la fórmula del pan francés. En el primer relato titulado ‘Que sigan los éxitos’-que tiene también un humor ácido- Jorge Ninapayta filosofa acerca de la vida. En realidad de su vida. Habla de un modelo que nunca da la cara a las cámaras porque lo que más le interesa al mundo de la moda son sus piernas perfectas, piernas que con los años van debilitándose y ya no lo pueden sostener en pie. Y digo filosofa porque Jorge Ninapayta murió de cáncer en la pierna, mal que se complicó. Aún lo recuerdo en el hospital de Elmhurst en Queens, NY, cuando tras varias visitas y a mi insistencia de saber por qué se había roto el húmero izquierdo –ese hueso enorme y duro- me confesó que le habían sacado un tumor y que era maligno. Al caerse tras una fuerte nevada, ese tumor actuó como cuña y rompió el hueso. Me pidió mantener la reserva del caso, cosa que accedí y aun no sé si hice bien, porque creo que a Jorge Ninapayta no le reconocimos en vida el talento que siempre tuvo. 

martes, 15 de diciembre de 2015

Dos besos (mi aproximación al film)


Este análisis lo escribí después de ver la película ‘Dos besos’ en el Festival de cine de Lima. Lo di por perdido, pero entre los papeles de notas lo acabo de encontrar. Me sirvió para rememorar la historia y aquí la tienen para compartirla con ustedes.

La última película de Francisco Lombardi aborda el tema del problema existencial. Tres seres humanos empujados por el vacío que experimentan en sus vidas se lanzan a buscar respuestas lejos de su esencia. La fuerte energía que tiene el deseo se confunde con el amor. Y el egoísmo es evidente. Los seres lloran y sufren cuando ven que eso que se llama ‘zona de confort’, ‘no haces lo que yo quiero’ se tambalea. Al final, el hueco de nuestra existencia prefiere dar la espalda a un problema que se necesita enfrentar con valentía. Quienes sobreviven en ese universo prefieren el cínico hecho de olvidar para seguir rodando sin sustento por la vida. Pero ¿qué es realmente la vida?

La película de Francisco Lombardi quedará en el inconsciente colectivo por tres razones, por ofrecer pistas falsas a lo largo de la historia, por dos besos que de tan deseosos quedan huecos y por una escena contundente y bien lograda, cuando para sacar a uno de los personajes molestosos del triángulo amoroso, se opta por un golpe con chasis y fierros.

Me explico un poco. Comienzo por las falsas pistas. Los primeros quince minutos de la película uno se reacomoda intranquilo, la historia sugiere un triángulo amoroso de folletín llevado por los productores de televisión sin escrúpulos que ven en el drama ajeno algo muy sustancioso para explotar y hacer rating. Pero pronto nos damos cuenta que la historia no irá por ahí. El desarrollo de la trama nos lleva a conocer una historia cada vez más intrigante que te reacomoda en el asiento. Y uno lo hace con ganas (hablo del reacomodo). Hay tantas pistas falsas como el de dejar un celular en uno de los ambientes donde se realiza la historia para hacer pensar al espectador que por ahí vendrá algún desenlace. Una de las mujeres del universo narrado por Lombardi sugiere ser un alma enfrentada sola en el mundo donde debe defenderse de los lobos, cuando simulando a caperucita, de pronto aparece no con una capucha, sino con una peluca, para destilar por la boca, no un berrido de cordero, sino una amenaza de fiera.

Los seres humanos confundidos, creyendo ver en el ser tierno la posibilidad de darle un sentido a la vida insulsa que llevan, deciden caer en el arrebato de la pasión y lanzar besos como dardos huecos, insustanciales. Muy lleno de deseo y locura uno, frente al otro insulso y rechazado.

La historia es muy peruana, a mi modo de ver. Por un lado está la clase media que en el confort de lo material y el ingreso seguro cada fin de mes, cree gozar de un status superior frente al otro emergente. Resulta sugerente que ante la chica provinciana joven que busca abrirse un camino, se coloque a dos profesionales ‘blancos’ que gozan de algunas comodidades que les hace sentirse superiores. Pero la película nos muestra que todo eso que te hace pisar algodones es tan etéreo cuando se enfrenta a realidades concretas: el sentido correcto de ser feliz. La anhelada felicidad se evapora por nuestros propios actos, empujados también por la necesidad de sentir. La humanidad se desespera y busca, pero busca mal. Y surge una pregunta adicional ¿Qué es buscar bien?

La película está dividida en tres actos, los mismos que se cuentan desde los tres diversos puntos de cada uno de los personajes involucrados en el triángulo amoroso. Primero vemos a Paola desenvolviéndose en sus qué haceres de productora de televisión que de pronto descubre la infelidad de su marido. Luego aparece Max, un poeta que ha devenido en profesor universitario. Goza de su trabajo, pero ha dejado de sentir esa dulce efervescencia de vivir porque al parecer ya no tiene los retos, ni siquiera se alegra cuando es promovido. Y esta también Nancy, la bella provinciana joven que lucha como puede. ‘Es un culito tierno que aloca a cualquier viejo’, como dice uno de los personajes en uno de los diálogos de la película. Bueno, la chica huérfana viene huyendo de las garras de un tío sibarita, que desea nutrirse con carne joven, llega a Lima y busca ser actriz, mientras trabaja en librerías, asiste independientemente a clases de literatura y hace trabajos en un pequeño teatro interpretando a Chejov.

Este también es un logro de la película, meter los diálogos de Chejov e hilvanarlos muy bien con los diálogos que se necesitan en la historia. No se ahonda en el drama pasado de Nancy, pero se deja establecido qué le pudo haber ocurrido. La vida que le ha tocado vivir en el pasado no ha sido fácil. Y por ende, la vida presente también será difícil (¿Eso es también una constante en la vida real? Me pregunto. ¿Hay alguna manera de salir de ese carrusel cuando el pasado nos marca? Continúo pensando). En el pasado hay un tío, en el presente hay una tía.

En este mundo sobreviven quienes pueden o quienes al final prefieren voltear la cara ante los hechos duros. Seguir engañándose y gozar del pasajero y engañoso confort de ir a Miami y gozar con lo que ofrece Disney. Y aquí el drama peruano se vuelve universal. Es mejor dar la vuelta a la página que hacer algo para reescribirla. 

lunes, 16 de noviembre de 2015

Para un largo poema se necesitan dos.




I
Soy el que se yergue enclenque
y tiembla como un niño.
Un vocero de reyes sin trompeta.
Un remedo de caballero sin panza
Un perdedor en busca de su escudo.
Quiero hablar de verdades.
(Agárrense, iremos más allá del precipicio)
Soy el impostor que busca imperfecciones.
El relojero sin tiempo.
Soy el que lanza pedos como bocinazos,
truenos que preceden a los rayos.
¡Inundo las alcantarillas
tratando de dar luz
a las cloacas!
El amarillo se ha vuelto verde.
Cuando abro la boca, en vez de palabras,
lanzo escupitajos.
El corazón se me rompe como un tambor.
Debo gritarle al mundo
que soy valiente.
El Thor devaluado
que ya no brilla,
martillero amañado de subastas
en un palacio de justicia.
Tengo unas piernas
que son sólo un remedo,
dos remos que bogan en la ruina.
Huesos de madera
que ya no tienen goznes.
Uñas que arañan los rincones.
Besos que al ser lanzados se marchitan.
Eso es lo que soy,
un jardinero que arranca las raíces
antes que nazcan.
Un remedo de albañil
convertido en sepulturero.
Guardián de agujeros.
Costurero de mentiras.
Tengo los oídos huecos
que esconden laberintos.
Dos brazos que se desgastan en una cruz
en espera de un abrazo.
Empollo la maldad.
Falta poco para que empiecen a picar los huevos.
Dicen que tenía alas
Y hoy ni siquiera puedo cargar plumas,
las manos se me escurren
como el agua.
Ya me han tildado
de resentido, de hipócrita.
De ser alguien que apenas vale una moneda de tres centavos.
Les agradezco, me han sumado uno a lo que yo pensaba.
Al reír se me han esfumado las ideas.
Ahora lo recuerdo, soy
un arlequín extraviado
en oscuros tableros empolvados.
Peón que sólo busca un alfiler.
Enroque corto de torres destruidas.
Reyezuelo sin reina. Casco de burro.
Cansado danzarín
en esta fiesta extraña de disfraces,
el antifaz lo llevo en la frente.
Me hincan los cuernos en los temporales.
Ando borracho tratando de mostrar
soles que alumbren.

¿Quién dijo que habían estrellas
envueltas en constantes pesadillas?

II

Despierto en la resaca matutina
Oh! Hermosa lucidez.
Palacios brillan por doquier
Clínicas sin máculas.
Cirujanos plásticos que me arreglan la nariz
Me forman las mandíbulas
¡Puedo comer!
Nutricionistas con mangos que han madurado
¡Manzanas verdes!
Se suman los entrenadores de gimnasio,
tendré pectorales, mis muslos podrán sostenerme,
mis manos podrán sujetar las llaves de mi mansión,
mis autos de carrera, mi billetera
llena de tarjetas de crédito,
pronto compraré un avión.
Ronaldo hagamos juntos piruetas en el aire
¡Volemos esparciendo la alegría!

¿Y qué es eso que brilla allá en el firmamento?
Oh, la orden Sodalicio que busca seguidores
Me curaran el alma
seré vecino del Vaticano.
Prendan velas, que no haya oscuridad.
Oh, la, la, que viva la igualdad
Me casaré con mi gata (tengo Derecho)
Abajo la hipocresía y la falta de tolerancia.
¿Sueños? No. Realidades.
Desayunaré perfume con Kim Kardasiam
Y nos comeremos a besos durante el día
Ya Jennifer Lawrence esta abandonando el spa
y viene a darme no sólo masajes.
Cenaré canciones de amor con Lady Gaga.
Mayweather me regalara sus bandas de oro
que usaré como collares,
soy el campeón de todos los pesos
y no necesito cruzar golpes con nadie.
Celulares, más celulares, tecnología de punta.
Le envío correos a Obama y me contesta.
La rapidez me encanta. La paciencia que arda, no la necesito.
Tengo más de un millón de amigos en Facebook
Todos me quieren y me lo hacen saber.
Trataré más tarde con Donald Trump.
Hablo inglés, believe me.
Me encanta su peluca, quiero olvidar el español.
Le encantan los negocios y seré como él.
Ser de un hermoso mundo sin pobres
¿Pobres?
Pobres son quienes no desean ser ricos.
Brillaré. Es lo que dice mi horóscopo.
¡Qué mundo tan divino!
Alguien dijo con sapiencia:
‘El paraíso está en la tierra.
Búscalo, lo tienes todo al alcance de la mano’.
Oh Dios! Esto es el vergel.
Qué pasó conmigo ¿andaba ciego?
Bueno, pasó la pesadilla
Estoy despertando.

Y sólo es el principio.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Rimbaud, la última temporada


Arthur Rimbaud llega a Bruselas hambriento. Desea comprar un pan y el dinero no le alcanza. Discute con el panadero quien se niega a venderle la mitad de uno y lo echa de su establecimiento a palos.

Parece un pordiosero, tiene el pelo largo y viste con harapos. Se acerca al puerto y decide descansar en una de las bancas donde un parroquiano acaba de dejar un periódico. Arthur lee y descubre un anuncio. Un barco holandés necesita personal para su infantería. La paga se da por adelantado.

Arthur necesita el dinero. Es lo que más le urge. Está no solo hambriento, sueña con beber una taza caliente de café. Arranca el aviso y corre al puerto en busca del botín.

En el barco holandés se une a los postulantes que se anotan en una lista. Arthur Rimbaud tiene 1.77 de estatura, la cara oval, los ojos azules, la nariz ordinaria y el pelo marrón. Tras firmar un contrato por seis años, recibe 300 florines y se le asigna el cargo de fusilero. Sabe que si deserta pasará a ser buscado y fusilado.

Es mayo de 1876. Desde el puerto de la capital belga, el barco holandés se dirige a Handerwijk. Arthur junto a los nuevos enrolados entrenan 25 días. En las calles del pueblo holandés recibe el desprecio de los moradores quienes pasan cubriéndose la nariz con sus pañuelos cuando se cruzan. Los nuevos soldados huelen mal, son fugitivos que huyen de una vida pasada asquerosa. Rimbaud no escapa de eso, su vida ha sido un tormento y sufre de pesadillas.

Unos meses antes, el 18 de diciembre de 1875 acaba de perder a su hermana Vitale, quien muere de un cáncer en la pierna (Tuberculus sinusitis es el término que usan los médicos). Como protesta por el final de su hermana, Arthur se rapa el cabello. El poeta Paul Verlaine le ha escrito una carta y se muestra todavía molesto. Luego del tórrido romance vivido, Verlaine estuvo preso, pasó incluso por el vejamen médico de ser chequeado al centímetro, los especialistas le han medido el diminuto pene y hasta el tamaño y profundidad del ano, para lo cual se valieron hasta de globos, unas pruebas que ellos consideran científicas.


Por su parte, Arthur había estado en Viena donde los ladrones le han dejado desnudo, pues le han robado también los zapatos. Los austriacos lo han deportado y lo tratan como un indeseable. Luego decide ir a Grecia, las Cycladas para ser exacto, donde el negocio de jabones de un amigo se va a la quiebra. Cansado y pobre vuelve sin querer a casa.

En su pesado sueño, Arthur vuelve a caminar 150 días para poder volver a casa. Los prusianos corren tras de él, lo apresan, le bajan los pantalones e intentan violarlo. Llama desesperadamente a su padre. Su padre es un capitán del ejército francés, está parado ahí a su costado y no escucha, es más, le da la espalda. No es la primera vez que lo hace, cuando Arthur tiene seis años su padre se va y no vuelve. 

-¡Papá, papá, paaaa!- grita.

-¡Oiga, deje de gritar, no deja a dormir a la tropa!- le grita un soldado que llega a su camarote. Arthur se despierta y está sudando. Ha sido un día agotador, él sabe que no está preparado para ser un militar, prefiere dormir a levantarse cuando apenas despunta el alba.



Una noche, Arthur nos sorprende en un burdel durante su último día de franco. No sabemos sí se ha ido de putas o tan sólo visita el lugar para beber. Ya tiene la plata del pago en adelanto que recibió en el barco y está pronto a partir a Sumatra, aunque su intención es otra.

El 10 de junio, Rimbaud y la nueva tropa en adiestramiento parte a Utrech. Cambian de tren dos veces y llegan al puerto de Den Helder. Abordan el barco Prins Union Orange y enrumban hacia el sur-este. Los nuevos asimilados franceses suman cuatro. Dos días más tarde, cuando están pasando por las costas francesas, un soldado salta del barco y llega a huir mientras la tropa holandesa dispara a matar. El maltrato con quienes quedan en cubierta se incrementa y las protestas no se hacen esperar. Rimbaud está tramando el escape desde hace mucho, pero no quiere ser presa fácil, sabe que sí lo atrapan le darán 50 azotes y su cuerpo terminará ondeando junto a una de las velas del barco.

El 13 de junio pasan por Gibraltar. Se ve a lo lejos la costa portuguesa, luego Cádiz. Más tarde, los Pilares de Hércules, Nápoles. En el canal de Suez un soldado italiano se lanza al mar. Rimbaud y sus compañeros son confinados. El escapista es recapturado y frente a todos recibe un castigo brutal.

El 2 de julio cruzan Adén. Dejando África se encaminan al oriente, al área actual de Indonesia. El 19 del mismo mes pasan el puerto de Sumatra, el cabo de la Buena Esperanza y ven la cabeza de Java. El 22 de julio los fusileros forman el primer batallón de Salatiga. El 30 de julio se mueven a Semarang y uno de los cuatro franceses muere.

El 15 de Agosto cuando los oficiales pasan lista, Arthur Rimbaud se ha esfumado. Deja sus prendas, incluso sus zapatos nuevos. Todo se vende y lo obtenido se da a la caridad. Arthur Rimbaud pasa a ser un fugitivo desertor y sabe que al regreso lo que le espera es la muerte por fusilamiento.

Con el nombre de Edwin Holmes, Rimbaud aborda el barco ‘Wandering chief’ y vuelve a casa. En el viaje hasta Liverpool se ofrece de intérprete, hay que recordar que el poeta sabe inglés, mucho de latín y griego, cuando era un joven estudiante las escuelas se habían peleado para tenerlo como alumno. Vuelven las pesadillas, está preso, los piojos lo invaden hasta las orejas. A los malvados prusianos se suman los holandeses y es Verlaine quien lo acusa, le dispara en inglés: bang. (Junto a Verlaine habían pasado un tiempo en Londres y fueron puliendo su inglés dando clases a los franceses que llegaban a la capital inglesa). George Izambard le tiende una mano que Rimbaud acepta con reticencias.

Rimbaud baja en Diappe, muy cerca a su pueblo en Charleville y llega a pasar las fiestas de año nuevo en 1877.

Descontento una vez más, Arthur deja su casa. Desde Marsella parte a Alejandría y luego llega a Chipre donde trabaja en una cantera, chancando piedras. Seis meses más tarde contrae tifoidea y malaria.  Y una vez más vuelve a Francia. Pero en 1880, el poeta llega a Adén, ya ha pasado 36 meses en el agua cubriendo cerca de 50 mil kilómetros.

Pasando por Egipto, al promediar los 25 años, cansado, maltratado, llega a Adén (Yemen). Es un día soleado, el calor es de más de 43 grados. Ahí al sur de la península arábiga, Arthur busca trabajo en Bardey. Cia y es aceptado. Dice ser chipriota y  firma un contrato por 3 años. La compañía exporta café y Rimbaud gana 7 francos por día. El café viene de Kaffa, una provincia de Etiopía donde para muchos está el mejor grano de África. (Para que tengan una idea, Balzac toma de 20 a 50 tazas de café al día).

En 1883, Arthur esta libre, habla árabe y desea huir del calor, entonces decide ir a Harar, Etiopía (África). Crea su propia compañía y compra el café de primera mano, pero también se interesa por el marfil, las pieles y el oro. Se desata una epidemia de tifus en Harar, los cuerpos se tiran fuera de los muros de la ciudad. Veinte son las personas que mueren por día, es una pesadilla real, las hienas y los buitres se pelean los restos.

Rimbaud duerme entre los sacos de café y sueña con una familia. Conoce a Marian, una morena del lugar con quien vive por un tiempo hasta que se cansa y la deja. Comienza a estudiar los versos del Corán y se interesa por la fotografía. El libro es de su padre quien convertido musulmán se hacía llamar Abdo Rinbo Abdala Rimbaud. Sin embargo, Rimbaud no encuentra la paz que anhela, recae con el opio y se relaja. Bebe y recurre al Drak, un licor con 50% de alcohol que lo deja tirado en la playa durmiendo la borrachera de la noche. Ya con Verlaine había libado absenta, un aguardiente de madera que le producía alucinaciones tremendas. Incluso Paul borracho y alucinado rompió los fetos de sus hermanos que su madre conservaba en unos recipientes con formol.

Buscando más acción, Rimbaud decide ir tras las anheladas pieles de vaca y cordero hasta Boubassa.  Antes de llegar a su destino cae enfermo y su caballo lo salva de morir entre las fauces de un león, pues el felino prefiere al equino como cena.

Para el joven poeta francés la poesía es un mal recuerdo, atrás quedó su poemario ‘Una temporada en el infierno’. El último ejemplar que le quedaba se lo obsequió a una mujer que lo acogió en Italia. Ahora prefiere leer mucho de metalurgia, hidráulica, telegrafía, masonería, arquitectura y carpintería. Su deseo de volverse rico no tiene límites y siempre está tratando de hacer el gran negocio de su vida. Compra 2 mil 40 fusiles y 60 mil cartuchos Remington en mal estado para venderle a Menelik II, el monarca de Etiopía. Para vender el armamento parte del puerto de Tadjoura y se dirige a Addis Abeba. Arthur Rimbaud abre una nueva ruta en la zona conocida como el infierno en la tierra, en el desierto de Panakil. Cincuenta días se toma para atravesar el desierto junto a sus socios, el capitán Labatut muere en el camino por causa de un derrame cerebral. Cuando Rimbaud llega a Addis Abeba, el 6 de febrero de 1887, cuatro meses después. Menelik II, quien es también un negociante astuto, le juega un engaño y se mueve del lugar. Rimbaud va tras del monarca, pero ya la deuda que tiene lo está por arruinar. Menelik II cree entender los líos del joven traficante y sólo ofrece pagar el 30% del valor de la mercancía.


Poco a poco las pesadillas vuelven, Rimbaud se ve niño subido a un árbol para ver la ejecución en guillotina del asesino en serie Jean Baptiste Troppmann y se cae, al caer se rompe la pierna. Justo en el momento que las fieras huyen del zoológico y corren en las calles, él no puede huir.

Rimbaud realmente comienza a sentir dolores en la pierna y piensa que es hora de volver a casa. Se sabe de eso por las cartas que le escribe a su madre, a quien le refiere que ‘el dolor de la rodilla derecha es espantoso y los vendajes no ayudan en nada’. El 20 de febrero decide ir a Marsella para tratarse del mal. Aborda el ‘Amazonas’ y navega 25 días para llegar al Hospital de las Hermanas de la Concepción. En el barco oye comentarios del vidente de la poesía, Rimbaud hace oídos sordos y se hunde en sus pensamientos. Vuelve a su primer poemario, el mejor según Paul Verlaine, pero recuerda que el manuscrito lo ha quemado Matilde en un rapto de celos. Paul le ha suplicado perdón. Los manuscritos se han elevado al cielo. Las iluminaciones, son el colofón. Arthur sonríe, él sólo corrige el manuscrito y lo copia. ¿Qué habrá sido del talentoso Germain Nouveau? ¿Por dónde andará, seguirá vivo?

En Marsella algunos días después se encuentra con su madre, han pasado 10 años desde que se vieron la última vez. Rimbaud le hace entrega de un poder bancario por un monto de 30 mil francos (un equivalente hoy a 100 mil dólares). Ella pide que el dinero se lo transfieran a su cuenta en Francia a donde vuelve a los pocos días, sin importarle la salud de su hijo.

El 27 de mayo, los médicos deciden amputar la pierna de Arthur quien luego comienza a usar muletas para movilizarse. Se sabe eso por lo que escribe ‘tengo miedo de que las personas se acerquen a mí y me tiren abajo, podrían romperme la otra pierna’. Además, la culpa no deja en paz a Arthur quien recuerda que junto a su hermano solían tirarles piedras a los inválidos, ahora él cree estar recibiendo el castigo por los pecados cometidos. Es sorprende que un poeta declarado ateo tenga ese tipo de remordimientos, pero sorprende aún más saber que Rimbaud se vuelve católico el 20 de octubre. Antes descubre que no ama a su madre, de quien el poeta dice que sufre de una metástasis en el corazón. Las pesadillas se han ido, Arthur prefiere dormir. Su verdadera pesadilla comienza cuando abre los ojos. Y para calmarse recibe morfina.

Con la madre tirana y sin sentimientos, Rimbaud tiene muchos problemas, el poeta amenaza con suicidarse si ella lo abandona. Para aliviar sus dolores, Arthur es sometido a terapias de electroshock porque entonces comenzó a circular la información médica que podía ayudar a los pacientes que sufren de parálisis. Para entonces, el cáncer estaba extendido en gran parte del cuerpo del poeta.

El 10 de noviembre de 1891, Arthur muere. Se traslada sus restos a Charleville, en la región francesa de los Ardennes. Sus restos fueron enterrados en el cementerio de su ciudad natal. La madre pagó 82 francos por el funeral, 100 por las velas, contrató a 5 coristas que cantaron la despedida y 8 niños que atendieron el altar.



*Datos tomados de: Rimbaud in Java, Jamie James / The double life of a rebel, Edmud White.

martes, 20 de octubre de 2015

Chivo para rato.


Así es Humberto Castillo Anselmi: un hombre humilde y muy atento.

Hoy mide un metro setenta, de ojos pequeños y penetrante mirada, tiene el rostro largo, la frente amplia y el pelo blanco. A los catorce se volvió canoso y debido a eso todos lo conocen como el ‘Chivo’.

Siempre anda pendiente de detalles. No usa anteojos, pero es un observador nato. Suele apoyar por ratos la mejilla en la palma de su mano mientras escucha y le gusta saborear sutilmente.

Apareció para sorpresa de todos con terno azul marino, camisa blanca y corbata lavanda con rombitos.  Esbozó una sonrisa al ver que ya había muchos en el auditorio donde presentó su libro. Llegó temprano. Se estrechó en abrazos con los colegas y recibió besos de las damas. Quienes lo conocen saben que el periodista entrevistó presidentes en manga de camisa.

En la Universidad Jaime Bausate y Mesa se instaló un auditorio que quedó pequeño. Hasta los pasillos estuvieron llenos. El ex fotógrafo Lucho Talledo dijo que tenía que venir sí o sí a ver al Chivo. Al observar la sala bromeó: ‘la Universidad tiene que abrir un nido con tanto chibolito que ha venido’. Es verdad, a los muchos periodistas de antes se sumaron los que están en ejercicio y también los alumnos de la casa de estudios.

En la sala se respiraba cariño, admiración y gratitud. Castillo Anselmi presentó su libro de crónicas memorables, titulada ‘La palabra del Chivo’. Los editores decidieron poner una mesa en la entrada del auditorio con los libros y los mismos se vendieron como pan caliente.

Entre las 25 crónicas está el famoso retrato del presidente francés Charles de Gaulle cuando visitó Lima en 1964. El Chivo contó que eran las 10 p.m. cuando comenzó a escribir dicha nota. No sabía lo que ocurriría después, sólo sabía que tenía que evitar el tiro de pistola que podía darle el jefe de redacción apurándolo porque ya estaban cerrando la edición del día siguiente y era la nota que faltaba. El Chivo aporreaba las teclas de su antigua máquina y cuando terminó, en un acto de triunfo, levantó las manos. Lo demás es historia, la crónica ganó premios y se convirtió en un ejemplo de buen periodismo. Hoy muchos lo releen y tratan de imitar. Al estilo corto y preciso, se suma la organización y como se pinta a un personaje de la talla de un gran visitante hasta darle un remate final de antología. 

Luego, el Chivo haciendo uso de un sentido del humor muy fino contó cómo se permitió salir bien librado de cuanto drama vio y escribió. El caso de la burra Panchita es emblemático en su vida profesional. Al no poder alcanzar la cumbre de una montaña donde había caído un avión con 134 pasajeros, tuvo que comprar junto a dos colegas una burrita. Pagaron por el noble animal 80 soles. Cuando alcanzaron la zona del desastre, se dieron con el drama, los cuerpos sin vida de todos los pasajeros estaban destrozados y regados en la montaña. Eso fue desgarrador. Al volver, no sabían qué hacer con el animalito, pensaron traerlo y pasearlo por la plaza de armas, pero atinaron mejor a venderlo. Alguien se animó a pagar 100 soles por la burrita, así que en dicha comisión habían logrado ganar 20 soles más, aunque Humberto se lamenta de no saber qué pasó con la Panchita.

Pasé y vi cosas tremendas, pero nada me puede causar más dolor que la muerte de mis colegas periodistas en Uchuraccay a quienes conocí, dice el Chivo. Precisamente en su libro está su crónica… “Frente a ese cuadro macabro, tan horrendo se escuchaban voces de verdadero espanto, de irreprimible pena. Uchuraccay exhibía toda su pobreza, toda su miseria”.

Son recuerdos comunes entre los periodistas decir que cuando el Chivo necesitaba anotar podía valerse de una servilleta o una cajita de fósforo.

Miguel Humberto Aguirre dijo  ‘Este será el segundo libro que voy a releer muchas veces a lo largo del año. Al leer las crónicas de mi tocayo siento la humanidad presente en cada línea. En estas páginas pueden encontrar al niño pobre que descubre el mar, pueden sentir el frío congelante de la Antártida, pueden oír el goteo de un caño en el callejón de El buque, pueden saber cómo y porqué actúa la gente cuando de chapar un choro se trata (El Chivo abordó el caso Huayanay, donde los pobladores de Huancavelica hicieron justicia con sus propias manos). Aquí descubrimos que no hemos cambiado mucho’.

Al final, Humberto Castillo Anselmi se veía contento y no se cansaba de firmar ejemplares. Luego que Lucho Talledo consiguió la firma deseada dijo: “Esta parado el chibolito. Ojalá haya Chivo para rato”. 

lunes, 5 de octubre de 2015

Murakami, sus últimos relatos y el Nobel.

Haruki Murakami es sin duda uno de los 198 candidatos al premio Nobel de Literatura en el presente año y sus más de diez novelas lo respaldan. La real academia sueca dio a conocer el número de aspirantes, indicando que el mismo sería depurado para dejar sólo a cinco escritores con la mayor posibilidad de ganar. La decisión final será dada a conocer en cualquier momento.

Por el hermetismo que se guarda en Suecia, no sabemos realmente quienes son los que han quedado en la lista de cinco para tentar el premio Nobel de Literatura que se otorgara este mes de octubre. Si Murakami estuvo entre los favoritos en el 2013, supongo que su oportunidad aún se mantiene y  el vocero podría anunciar su nombre en breve.

Mientras tanto, el escritor japonés nacido en Kioto el 12 de enero de 1949 sigue trabajando y acaba de aparecer en español  su nuevo libro titulado “Hombres sin mujeres”. Se trata de siete relatos que hablan precisamente de aquello que pregona el título del libro. 

Algunos críticos hablan de la maestría de Murakami en dos de sus relatos: 'Sherezade' y 'Kino', los mismos que a decir de los entendidos son suficientes para contentar a los lectores que han adquirido el libro. Sherezade se parece a la mujer que narra las historias en el cuento de Las mil y una noches, pero sobre ella no pende ninguna espada. Aunque se arriesga a ingresar a una casa para robar y oler las prendas íntimas de un compañero de clases de quien se siente enamorada. Ella cuenta sus aventuras juveniles a un nuevo amante y se sorprende del arrebato pasajero que terminó en cuanto se metió y salió de la casa. ¿El amor es eso? ¿Un arrebato pasajero que visto a la distancia se diluye? Cuando ella le dice que volverá, el amante teme que Sherezade no regrese.

Por su parte, Kino es el dueño de un nuevo bar que no tiene suerte con las mujeres, su esposa le engaña con su mejor amigo y luego él se envuelve en un romance pasajero que termina por expulsarlo de su propio negocio. El final resulta desconcertante. Kino huye pero intuimos que tiene una cita última con quien le golpea la puerta.

Para que estos relatos y algunos más de esta colección se puedan entender hay que revisar un poco la formación del escritor. Murakami es budista, su abuelo fue monje y le debe de haber hablado de las vidas anteriores que vivió. Sherezade cuenta que en su vida pasada fue una lamprea que andaba adherida al cuerpo de algunos peces. En el bar de Kino hay una gata celosa, que viene en socorro del dueño cuando su esposa vuelve a buscar perdón y se va cuando las serpientes venenosas  lo acechan. Si me siguen les contaré de un cirujano plástico que cree ser la reencarnación de un medico judío del campo nazi de Auschwitz.   

Ese es el relato que me encanta y se titula ‘Un órgano independiente’. El doctor Tokai es un cirujano plástico soltero, se va a la cama con algunas de sus pacientes sin amor, hasta que se enamora de una de ellas que termina abandonándole. No es un tipo que camine por la calle contando sus aventuras, pero logra contarle a un amigo precisamente del romance que lo tiene atormentado. ¿No sé qué haría si me deja? dice el cirujano, quien además cree que en su vida pasada ha sido un médico judío en un campo de concentración.  Es un hombre metódico, deportista que se pregunta ¿quién demonios soy? El doctor Tokai parece que se responde al final del relato.

Y para seguir con la pregunta de ¿quién demonios soy? está el cuento titulado 'Yesterday'. Kitaru es un joven que jamás ha tocado a su novia y prefiere que ella se vaya a la cama con su mejor amigo. Kitaru espera que ella cometa ese desliz para dejarla, mientras espera está intentando ingresar a la universidad sin esforzarse y estudia y habla un japonés de la élite de Tokio sin acentos. El prepara las citas de ella con su amigo y desea saber los pormenores de la misma. Erika es una buena chica y sueña con ver la luna de hielo junto a Kitaru desde las escotillas de un barco en altamar. Hasta que ella se va a la cama con otro. Cuando Kitaru descubre eso, se va y decide ser un maestro del sushi japonés en Estados Unidos. Dieciséis años después, Kitaru y Erika no se han casado, él le envía postales.

'Drive my car' , cuenta la historia de un actor japonés viudo que contrata a una mujer como chofer a quien le cuenta su historia de fidelidad con su mujer. La esposa por su parte ha sido infiel y (tal vez como un karma, Murakami no lo dice, la esposa muere repentinamente de un cáncer). Ese hombre sigue rabioso con lo ocurrido, pero se calma definitivamente cuando la chofer le hace ver lo difícil que puede ser el pensar y actuar femenino.

‘Samsa enamorado’ es un relato budista y reitera eso de las vidas pasadas. Gregorio Samsa regresa. Ha dejado de ser una cucaracha o un bicho raro y vuelve a su antigua habitación. Esta solo, su padre no aparece en la escena. Se siente extraño con ese cuerpo de humano. Alguien toca el timbre con insistencia, es la cerrajera. Una mujer baja y con una joroba. Samsa siente que algo entre las piernas comienza a tomar vida, no lo puede controlar, pero tampoco descubre que tipo de emoción lo embarga. Tiene al frente a la jorobadita que trabaja y trabaja. Cuando termina de arreglar la cerradura, ella debe volver a la calle donde aún continúa la guerra. Ojalá pueda llegar a casa con vida, dice al salir. Samsa sueña con volver a verla. 

Con el relato titulado ‘Hombres sin mujeres’, Murakami cierra su libro como queriendo redondear su universo. Si en la primera historia nos habla de un actor engañado, en el último pareciera querer decirnos que es ese hombre burlado quien toma el teléfono y llama al amante para anunciar la muerte de la esposa.

martes, 29 de septiembre de 2015

Magallanes, Del Solar y Cueto.


No se trata de la volante del equipo peruano de fútbol, podría ser, pero de lo que quiero hablarles aquí es de cine, de nuestro pujante cine nacional para enfrentar o colaborar con el séptimo arte del mundo entero.

“Magallanes es la mejor película peruana que se ha realizado en los últimos años”, lo han expresado los entendidos que me han antecedido en los comentarios y me sumo a ellos.

¿Y qué les podré decir para ser novedoso? No mucho, créanme. Véanla, véanla las veces que deseen, véanla, vale la pena.

El debut de Salvador del Solar como director ha sido magnífica, además se ha dado a conocer como un buen guionista. Mérito doble sin duda. Y sí hablamos de la película podemos añadir una serie de logros adicionales. Para comenzar, esta es una historia de peruanos, pero con una porción de ingredientes foráneos sustanciosos. Del Solar tuvo la suerte de juntar a un grupo de buenos actores del continente que garantizan un público mayor, pero que no se entienda esta apreciación como un mero afán de lucro, de ninguna manera. El drama que se cuenta en Magallanes es tan humano que sin duda interesará a todo el que deseé verla en el mundo entero.

Magallanes cuenta la historia de un hombre atormentado. Su vida es un fracaso y parece que no podrá seguir con su carga, hasta que encuentra a una joven que le puede dar el giro que tanto necesita para redimirse.

Magallanes es un ex militar peruano que tiene dos ingresos adicionales, es taxista y cuida a su ex jefe, un coronel retirado que está sumido en la oscuridad del Alzheimer. Harvey Magallanes estuvo destacado en Ayacucho durante la época de la guerra contra los terroristas de Sendero Luminoso y cometió abusos que lo han marcado. Los terroristas fueron vencidos y apresados, los militares volvieron a los cuarteles o a sus casas, pero más allá de condecoraciones traían heridas invisibles o cruces que pesan y no dejan avanzar. En toda guerra hay víctimas inocentes metidas sin desearlo en medio del conflicto y esa persona es Celina, una muchacha que a los 14 años fue forzada por un malvado oficial.

Del Solar se apoyó en una nouvelle de Alonso Cueto para hacer su adaptación. Y reafirmo, lo hizo bien. Me animo a decir que los peruanos vamos por un buen camino para hacer un cine serio.

Antes de seguir, permítanme decir esto. Hace algunos años viviendo en el extranjero llegó a mis manos la novela de Alonso Cueto titulada ‘La hora azul’. Me encantó la historia porque calmaba mi bronca de no tener buena literatura  que abordara el tema del terrorismo en el Perú y todas las secuelas que dejó. Cueto intentaba con su trabajo contar parte de ese drama, pero se quedaba corto, a mí entender. Quizás él también lo vio así y siguió escarbando en la temática. No supe hasta ver Magallanes que el escritor peruano había publicado la continuación de su ficción en una novela breve titulada ‘La pasajera’. Al mirar la película sentía la historia de Cueto merodeando en la pantalla. Hasta que al aparecer los créditos finales me di con la confirmación de mi sospecha. No he leído aun ‘La pasajera’ pero intuyo que ‘La hora azul’ sirvió como soporte fundamental para que la historia cinematográfica crezca.

Magallanes es una historia contada a buen pulso. Tiene actores de la talla del argentino Federico Luppi quien tan sólo con mover los ojos y balbucear llega a llenar la pantalla. Magallanes está interpretado por el actor mexicano Damián Alcázar y en el papel de Celina destaca la actriz peruana Magaly Solier. Solier ganó el premio de mejor actriz en el Festival de Cine de Lima. El cuate se interesó en el guión al día siguiente de conocer al director. Filmando se sorprendió de trabajar con la peruana y alguna vez le confesó a del Solar que se sentía actuando frente a ella. ‘Contra lo natural no se puede’, decía entonces Alcázar.

Magaly Solier improvisa al final de la película con un diálogo en quechua que no se ha traducido. Y el director señaló que se quedará así. ‘Los peruanos no hemos sido capaces de construir un puente con nuestra gente y nuestra otra lengua’. Quienes han visto la película dicen que no es necesario traducir lo que dice la actriz. Basta ver la fuerza dramática puesta en la escena  para sentir lo que ella siente, rabia, impotencia, pero no temor.

La actuación del mexicano también sorprendió a los entendidos. ‘Parece un peruano más, con sus maneras y modismos exhibidos’. Del Solar contó algo acerca del profesionalismo del actor: ‘se fue a vivir en el centro de Lima, para poder familiarizarse con todo aquello que significa ser limeño. Con su bicicleta se fue a los antiguos barrios diciendo que pasaría desapercibido y así fue’.
Magallanes nos hace recordar algo doloroso del pasado peruano que no es muy lejano, algo que muchos aún se niegan a ver. No perder la memoria es necesario para curar las heridas, han expresado ya los entendidos.

Reitero, Magallanes me hace sentir orgulloso de la producción nacional peruana.  Me molestaba el haber visto hace más de treinta años atrás ’Cuentos inmorales’ y no haber logrado hacer nosotros ‘Relatos salvajes’ teniendo tantas y tan buenas historias. Creo que sí nos unimos y abrimos las puertas de la producción haremos un cine que merecemos.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Los eunucos son inmortales.

Al terminar de leer la novela ‘Los eunucos inmortales’ del peruano Oswaldo Reynoso descubrimos no sólo a un escritor viejo, convaleciente y glotón, en realidad descubrimos a un hombre solitario, sabio y perturbador. A un maestro que acepta que la armonía está en su interior, a un hombre que luego de conocerse y superar una ‘enfermedad’ decide volver a su país.

‘Los eunucos inmortales’ ha sido un grato reencontrarme con la literatura que se produce en el Perú. La novela de Oswaldo Reynoso es un buen manjar literario que puede devorarse junto a cualquier jiaozi, esos ravioles chinos rellenos y de distintos sabores que se sirven calientes y que pueden repetirse hasta la saciedad.

La novela es un testimonio que relata la experiencia del escritor durante la revuelta estudiantil que culminó con la masacre de la Plaza Tian’anmen en junio del 1989. La he leído así en la primera aproximación. En la segunda revisión la he leído como una obra de ficción dejándome llevar por la seducción inteligente y madura del narrador.

Al escribir iré intercalando, pienso, las dos posibilidades que nos ofrece la novela.
La obra se inicia como una forma de buscar respuesta a la pregunta de ¿por qué el escritor se ha quedado más de 10 años en China, acaso por expiar una culpa? ¿O por buscar una verdad?

Oswaldo Reynoso llegó a la China en 1977, un año después de la muerte de Mao. Fue contratado como un experto para enseñar literatura española y para traducir los documentos que el buró político chino deseaba dar a conocer a los hispanoparlantes del mundo entero.

Luego de ser sometido a una intervención quirúrgica al estómago, en la que incluso le sacaron  algunas costillas para ingresar desde la espalda y extirparle el tumor que tenía, Oswaldo Reynoso se encontraba recuperándose cuando estalló la protesta estudiantil. Sin embargo, y pese al dolor que experimentaba, el peruano se dio maña y valor para ir a la plaza y observar in situ lo que ocurría.

Cientos de jóvenes universitarios se declararon en huelga de hambre y exigieron hablar con los líderes políticos chinos en torno a algunas reformas que se hacían urgentes, querían también dar fin a la ola de corrupción que comenzó a gestarse entre los familiares de los que dirigían dicho país.  Fue la época en que se decidió el encuentro entre los líderes chinos y el presidente ruso Mijail Gorbachov, reunión que serviría para dar un giro en las relaciones entre ambos países, muy afectadas a lo largo de 30 años.

Los dirigentes chinos necesitaban la plaza de Tian’namen para dar la bienvenida a tan digno visitante, pero los protestantes no cedieron. Sin embargo, el entonces jefe militar de la China Deng Xiaoping se reunió luego con el líder ruso en un lugar céntrico de Beijing, sin interferir con la protesta y mucho menos desalojar entonces a los estudiantes. Ambas autoridades transitaron sin problemas por el centro de la capital.

Al tratar el tema de la reunión, Oswaldo Reynoso nos conduce a una ciudad distinta. A una China que pocos conocen. A una ciudad subterránea con una serie de pisos y accesos que puede dar cobijo a miles de habitantes en caso de guerra y que puede ser el lugar estratégico para planear la defensa y hacer frente a cualquier ‘enemigo invasor’.

Más de una vez Oswaldo Reynoso contó el porqué del título de su novela. Los eunucos han sido un poder en la China desde épocas pasadas. Durante la dinastía Tang llegaron a colocar en el trono a muchos niños de 11 años, a los mismos que al crecer iban asesinando con la anuencia de los miembros de la realeza y las concubinas para seguir ejerciendo el  verdadero poder detrás del trono. Si eso existió en el pasado, hoy los eunucos siguen existiendo y se reciclan o usan careta en cualquier parte del mundo y bajo cualquier régimen. Los eunucos son inmortales para el escritor.

Al principio de la narración el escritor nos crea una atmósfera literaria extraña donde se juntan los recuerdos de Beijing y Arequipa. Nos daremos cuenta al final de la novela que el recurso es válido para poder contar lo que ocurrió con los estudiantes chinos que protestaban en Tian’namen. El convaleciente narrador no pudo estar presente el día de la masacre en la plaza china, pero precisa que toda protesta juvenil que termina con el uso de la fuerza militar es idéntica. Oswaldo Reynoso recuerda cómo actuó la policía contra los jóvenes arequipeños durante los actos de protesta contra el dictador peruano Manuel A. Odría, en junio de 1950. A un grupo de estudiantes se les fue cercando y empujando hasta la ciudad prohibida. Hasta el momento ninguno de estos doscientos estudiantes ha aparecido. Se dice que los fusilaron.

Entre los jóvenes muertos en Tian’namen esta Liang, uno de los personajes de la novela quien pese a estar entre los huelguistas de hambre y al que no logramos ver la cara con detenimiento, nos crea una preocupación fraternal. En el testimonio del escritor, Liang es un autodidacta sorprendente, habla un español con acento mandarín y ha leído a los clásicos burlando la censura. ¿Con qué derecho nos han quitado la libertad de escuchar esta música celestial? comenta cuando el autor le hace oír a Mozart y Vivaldi. Es un joven sensible que declama a los mejores poetas chinos y a quien Reynoso le ofrece un buen trago de ron.

El erotismo no está exento en  la novela, los chinos que desean contar con Oswaldo Reynoso para siempre deciden buscarle esposa, pero el escritor se niega con gratitud. ¿Para qué? ¿Para complacer a una sociedad que quiere verlo domado y feliz? El no desea ser un tigre de papel, quiere seguir recorriendo las estepas aunque se equivoque. Los chinos se quejan del erotismo de occidente, pero son tan curiosos que gustan de observar la desfloración de una novia después de su boda para aprender los secretos del arte de amar. Incluso creen que llegar a hacer el amor diez veces sin eyacular es milagroso para un varón.

Y la comida no podía faltar en esta novela. A los jiaozi de cerdo y langostinos que los jóvenes devoran, se suman los banquetes de inútil búsqueda de la juventud perdida con platos de medallones del emperador hecho a base del pene de un burro marinado por tres días y cortado en rebanadas, nidos de golondrina con aletas de tiburón, sesos de mono frito en aceite de rana y la sopa niu bian que no es otra cosa que pene de toro que puede ayudar a que la vida se alargue.

Para terminar. La masacre de Tian’namen existió aunque los dirigentes chinos lo nieguen. Pese a ser un relato que tiene algo de ficción, el trabajo de Oswaldo Reynoso es un documento necesario para conocer esta verdad. Lo ocurrido en la plaza china sirvió de ruptura entre el escritor y el buró político de Beijing. El escritor está con vida, vive en Lima,  tiene una vejez sabia y saludable, quizás se deba a toda la buena comida china que probó y al cuidado que le dieron la ayi (ama de llaves) y el fuyuan (mozo) del hotel de la Amistad donde vivió, bebió, ahorró y escribió. Pese a que no habla chino, el escritor se dio maña para enseñarnos algunas palabras vitales en chino. Dui, dui. Xeixe, xeixe.